sábado, 10 de octubre de 2009

CRITICA - Yamandú Marichal Carve

LOS PADRES TERRIBLES Jean Cocteau

“Los padres terribles” puede ser –y es- un drama estremecedor. El amor edípico entre una madre absorbente y un joven demasiado inocente (o al menos “demasiado”en apariencia) es el disparador de una anècdota de fuerte impacto melodramàtico, pero al que Jean Cocteau vistiò con una pátina de humor que no alcanza para desvanecer el verdadero drama. Incluso en momentos de su estreno en Paris con Jean Marais como protagonista, la obra tuvo algunas dificultades con las autoridades. Lo que narra Cocteau es especialmente conmnocionante, y un tanto previsiblemente en los momentos finales no logra eludir el verdadero drama .
Una madre que roza el incesto, una tia manipuladora, un jovencito que se enamora de la joven amante de su padre ignorando por supuesto la situaciòn, son elementos que podrían alimentar cualquier melodrama convencional, pero en manos de Coc teau, ese drama se beneficia de una ironìa feroz,un extremo que el dramaturgo maneja con notable facilidad. No falta el humor en esta historia, aunque ese humor (sustentado en un hecho que no elude su dramatismo) debe mantenerse en los limites del desborde, para no comprometer su impacto. No obstante el joven director Alberto Zimberg se lanzó de lleno al absurdo en medio de una puesta por momentos delirante en el que dió entrada tanto al grotesco como al vodevil.
El resultado fue irregular, es cierto, pero no por ello falto de talento. Zimberg exasperó el drama, recurriò a una comicidad por momentos un tanto primaria, caricaturizó a los personajes hasta limites extremos, pero en definitiva logró potenciar adecuadamente el impacto del texto original.
En un escenario mìnimo como el de la sala II de Teatro Espacio, Zimberg logró mover con soltura a sus intérpretes, recurriendo a una ingeniosa escenografía de Claudia Schiaffino y Beatriz Martinez. El elenco por su parte respondiò adecuadamente a sus exigencias con especial lucimiento de Alicia Garateguy, bien acompañada por Carla Moscatelli y por la deliciosa presencia de Noelia Campo como esa joven dama que incendia la precaria estabilidad familiar. Sergio Muñoz aniñó demasiado a su personaje pero no desentonò en un quinteto en el que Roberto Bornes, un actor de definida personalidad para la comedia, supo mantenerse en el filo del drama y de la farsa, sin perder nunca su equilibrio. Un aporte esencial estuvo en una banda sonora que recurriò con mesura a un tema contagioso y revelador: El resultado es un espectáculo dinàmico, por momentos un tanto estridente, ingeniosamente planteado y servido por un elenco eficaz. Quizá la obra de Cocteau hubiera necesitado una mayor mesura para evitar tanto desborde pero Zimberg se las ingeniò para dar credibilidad a una puesta decididamente original.

Yamandú Marichal - Carve

Reir y Reflexionar - Cristina Landó - Semanario EL POPULAR - 9/10/2009

Semanario El Popular, 09-Oct-2009

Los padres terribles. De Jean Cocteau.
Con Roberto Bornes, Noelia Campo, Alicia Garateguy, Carla Moscatelli, Sergio Muñoz.
Versión y dirección Alberto Zimberg
Espacio Teatro ( Sala El Bardo )

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Reír y reflexionar
Cristina Landó


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El teatro francés entre 1918 y 1939 atraviesa en Francia por una etapa brillante y próspera. La segunda guerra mundial no lo detiene. Durante los años de la ocupación ( 1940-44) se produce el milagro de una actividad dramática intensa y valiosa, en forma de resistencia cultural y artística para mantener la libertad del espíritu frente a la fuerza del invasor. Después de la liberación ocupa el primer lugar en occidente gracias a los grandes autores que surgen en Francia. Entre ellos, Jean Cocteau. No es fácil sintetizar la obra dramática de Cocteau( 1889-1963). En referencia a sus piezas, desde las fantasías juveniles, pasando por sus adaptaciones de autores clásicos de la antigüedad, hasta sus obras típicas de la madurez, como “La voz humana” (1930), “La escuela de las viudas (1936), y, entre otras “Los padres terribles” (1938). Cocteau supo mezclar las técnicas del misto antiguo, de la comedia de costumbres, del drama psicológico, del teatro policial, de la fantasía, lírica, de la recreación medieval y del pastiche, para rescatar atractivos.
Cocteau ha sido uno de los escritores vanguardistas más originales y de mayor influencia entre loas dos guerras; espíritu brillante artista intuitivo y paradoja, ha abordado con audacia, marionetas, dibujo, ballet y cine, y todo de una forma personal y revolucionaria. Algunas de sus formas han espantado-y siguen agitando el confort de los buenos burgueses “Les parents terribles” es un drama torturador, desagradable, pero con ricos recursos escénicos, en el que presenta a una madre neurótica que desvía su amor maternal hasta extremos inverosímiles; los padres incomprensivos y llenos de prejuicios que se oponen al matrimonio del hijo que aspira casarse para evadirse del enfermo medio familiar. Otras personas de la familia intervienen para que todo sea una Melanie perturbadora, inquietante en la cual cada uno agrega su propia parte insalubre, egoísta, confusa, ambivalente, inescrupulosa, que no claudica con facilidad para moderar generosamente el trámite de la existencia. Primero que nada – y el gran mérito de Alberto Zimberg- ha sido dar vuelta literalmente hablando el espíritu dramático de Cocteau, hasta convertirlo en un ácido vaudeville, si se quiere una farsa teatral agria que se parece mucho a la realidad actual. Zimberg ha transformado- sin tocar la pluma de Cocteau, la espina dorsal que recorre la pieza. Y el resultado es estupendo; habla de un director de mucha inteligencia, culto y sensible que sabe cómo llegar a lo que se propone. En la versión de Zimberg, los juegos de palabras, equívocos y artificios, las largas tiradas, las retóricas de las tesis, resisten la gravedad y – sin perder a Cocteau de vista – el versionista revierte adrede no obstante muy bien elaboradas las acciones del desarrollo. El humorismo que Zimberg interpone se hace telegráfico, las situaciones vertiginosas, la yuxtaposición de elementos disímiles, el formidable dinamismo del proceso escénico, hacen del espectáculo un dechado de momentos descacharrantes que nunca pierden su ingénito realismo. Aún con esta libertad en la versión, surgen soterradamente muchos rasgos característicos de la tradición teatral francesa. Zimberg enfatiza el despojamiento de hipócritas artificios encubridores de las pasiones del hombre común. Por muchos momentos se advierte una retórica egocéntrica, parcialmente superficial. El trabajo del director no es una farsa lírica; su panorama no pretende ser exhaustivo, tampoco omite los esbozos dramáticos- que cada cual se los lleva para la introspección- , ni se preocupa por representar al teatro de ideas. La versión nos evoca al teatro de lengua francesa después de 1950, cuando si bien se sufría considerables transformaciones, recibía- como recibe en esta versión- el aporte de un director que le imprime orientación que logra romper con las normas más o menos tradicionales, entonces tan seductoras. Con relación a esta versión de Zimberg, podríamos hablar de un “antiteatro”, casi cerca de una expresión caricaturesca, farsesca, por lo menos de formas teatrales originales, que no dividen lo trágico de lo cómico, rechazando la teoría de las unidades despojadas de la psicología convencional, de cierto idiotismo y repetición de un lenguaje insólitamente coloquial. Todos éstos son factores anacrónicos, para el caso, que no expresarían la crisis de la comunicación y el absurdo social dentro del cual se mueve el hombre de hoy. El elenco tiene una homogeneidad tan escrupulosa que –pensamos- contribuye a la precisión y el fantástico resultado. Roberto Bornes, Carla Moscatelli, Alicia Garateguy, Sergio Muñoz y la encantadora Noelia Campo forman un grupo que tienen como premisa el dinamismo actoral, las casi ausentes pausas- porque se perdería el ritmo de la impronta del director- , los movimientos escénicos irreprochables, la gracia que van desparramando en todas las acciones y los sensacionales remates marcados e interpretados con una enorme solvencia.

BRECHA - 9 de Octubre - Alvaro Loureiro

LA SAGRADA INSTITUCIÓN

LOS PADRES TERRIBLES***
De Jean Cocteau. Dirigida por Alberto Zimberg. Con Roberto Bornes, Noelia Campo, Alicia Garateguy, Carla Moscatelli, Sergio Muñoz.

La familia tradicional crucificada en una comedia de costumbres que transita el grotesco y el más franco humor negro. Dirección y elenco excelentes.

Los padres terribles no son los únicos seres terribles en esta negra sátira de Jean Cocteau que, si bien comienza por presentar a un par de progenitores que simulan y engañan, dejan rápidamente en evidencia a la figura de una tía que a menudo muevo los hilos de la convivencia con aviesas intenciones. Perjudicado por los anteriores de manera directa resulta el hijo, histérico jovencito que , aparte de mantener una relación edípica con su madres, se enamora de una muchacha con pasado más bien oscuro y presente harto discutible. Artista múltiple, Cocteau adquiere en este texto las características de un moderno Moliere capaz de sacar a relucir el egoísmo y falsedad que pueden reinar en un hogar respetable, al cual se dedica a demoler con la ferocidad del caso, a pesar de que, de algún modo, luego de los citados destrozos, las apariencias de normalidad continúen dominando, según los códigos de una sociedad tan hipócrita como quienes integran la familia en cuestión.
Moralista a ultranza, Moliere concluía sus comedias con los consabidos bastonazos llamados a castigar a los culpables. Pero Cocteau, por su parte, es la platea la que debe establecer qué hacer y cómo terminar con situaciones similares a las que acaban de desfilar ante sus ojos. La risa de los asistentes, por lo pronto, pone al descubierto los malos pasos de todos y cada uno. En condenables sino también un sentimiento de reprobación casi automático.
Resuelta a desenmascarar las mentiras, escarmentar a quienes las pronuncian y corregir el comportamiento de un mundo en falta, la versión que dirige Alberto Zimberg recoge el guante que le arroja el caucásico francés y decide exponer los personas a escasos centímetros de sus jueces. La inspirada solución escenográfica diseñada por Claudia Schiaffino y Beatriz Martinez, amén de ostentar acolchados , almohadas y cojines como aguda imagen de otros tapujos y amortiguadores, le brinda a Zimberg la posibilidad de transformar el espacio con una velocidad que le permite aprovechar el ritmo casi vodevilesco de un acontecer sin pausas. El movimiento armoniza entonces con el tono sutilmente exagerado de una puesta destinada a bordear el ridículo- un enemigo terrible que acecha en la ficción al igual que en la realidad – que pone de manifiesto los excesos que allí tienen lugar. Movimiento y tono dependen finalmente de los cinco actores que Paula Villalba viste y adorna con pareja mordacidad. El pusilánime y engolado padre corre por cuenta de Roberto Bornes, mientras que la madre tan quejosa como calculadora recae en Alicia Garateguy, el inmaduro hijo único en Sergio Muñoz, la nada frágil enamorada en Noelia Campos, y la tía, una señora que haría lucir a Cruela Devil como la pobre Blancanieves, en Carla Moscatelli. Un quinteto de lujo al servicio de un fino trabajo de dirección cuya solitaria – y menuda – nota discordante radica en el innecesario prólogo mimado que precede la última parte.

Brecha, 9 de octubre, Alvaro Loureiro

viernes, 9 de octubre de 2009

Egon Friedler - SEMANARIO HEBREO

COMEDIA NEGRÍSIMA

“Los padres terribles” de Jean Cocteau – Dirigida por Alberto Zimberg – Con la actuación de Roberto Bornes, Noelia Campo, Alicia Garateguy, Carla Moscatelli y Sergio Muñoz – Escenografía : Claudia Schiaffino, Beatriz Martínez – Vestuario : Paula Villalba – Iluminación : Martín Blanchet – En Espacio Teatro, Mercedes casi Andes

Jean Cocteau (1889-1963) fue una de las grandes personalidades de la vida intelectual francesa durante varias décadas (de los años veinte a los cincuenta) en el siglo pasado. Poeta, novelista, dramaturgo, pintor, diseñador y cineasta, escribió entre otras cosas algunas obras muy críticas de la burguesía decadente de su época, de la cual formaba parte de manera bastante entusiasta. Si bien terminó su vida como un respetado académico no dejó de provocar algunos resonantes escándalos. Uno de ellos fue provocado por “Los padres terribles” que poco después de su estreno en 1938 fue censurada por inmoral por el Consejo Municipal de París.
La indignación de entonces parece un exceso en nuestros días. Con ello, cabe reconocer que los moralistas o seudo-moralistas de la pre-guerra tenían algunos argumentos razonables.
Después de todo, “Los padres terribles” ofrece un muy variado cocktail de inmoralidades que incluye una relación erótica obsesiva entre una madre y su hijo, infidelidades surtidas y engaños inescrupulosos de varias clases. Los personajes actúan movidos por una lógica perfectamente amoral, en la que siempre las soluciones más ridículas y aberrantes coinciden armoniosamente con sus conveniencias. El director Alberto Zimberg pudo haber minimizado el aspecto humorístico y privilegiado los aspectos sociales o sicológicos de la obra, pero con muy buen criterio armó la puesta como una comedia loca, loca. El sugestivo escenario intimista de la sala más pequeña del Espacio Teatro (con la sugestiva escenografía de una cama de matrimonio para todo uso) contribuyó a subrayar y amplificar todas las estridencias y los excesos farsescos de la trama.
Pero lo esencial fue el excelente trabajo de los actores. Alicia Garateguy fue la “soprano de coloratura” de la pieza con su composición de histérica total, posesiva, egoísta, y monomaníaca. No le anduvo a la zaga Carla Moscatelli como la manipuladora inescrupulosa e incansable, dispuesta a todo para conquistar a su elusivo y despistado cuñado. Roberto Bornes, como el “pater familias” combina muy bien la falsa respetabilidad con la tontería disfrazada de sensatez. Aún en un el clima salvaje y desmelenado de la pieza, el enfoque marcado para el rol del hijo a cargo de Sergio Muñoz parece desmesurado. Es un niño retardado cuando debía ser un falso adulto.
Pero al margen de este detalle menor, es un espectáculo para reírse con ganas.

Egon Friedler - SEMANARIO HEBREO

jueves, 8 de octubre de 2009

Yahoo! Noticias Mexico.

sábado 10 de octubre, 01:38 PM

México, 10 Oct. (Notimex).- Bajo la dirección de Alberto Zimberg y las actuaciones de Noelia Campo, Roberto Bornes, Alicia Garateguy, Carla Moscatelli y Sergio Muñoz, en el Espacio Teatro, de Uruguay, se encuentra en temporada la obra "Los padres terribles", de Jean Cocoteau, escritor muerto el 11 de octubre de 1963.

De acuerdo con lo publicado en la página en Internet del diario uruguayo "El país", la obra recorre un puñado de pasiones, desde la infidelidad y los celos, hasta la confusión de identidades, cocktail explosivo que se bate para crear una farsa feroz e hilarante, pues cuando parece que todas las piezas encuentran su lugar, una drástica decisión deja a cada uno de los personajes enfrentado consigo mismo.
En 1938 Cocteau escribió esta obra, tomando las convenciones y clichés del vodevil (infidelidad, adulterio, confusión de personajes) para jugar deliberadamente al equívoco.
El académico francés Jean Cocteau, quien destacó como poeta, novelista, dramaturgo y director de cine, amigo de grandes personajes de la cultura como, Pablo Picasso, Amadeo Modigliani y Guillaume Apollinaire, falleció en Milly-la-Foret, cerca de Fontainebleau.
Cocteau, quien fue electo miembro de la Academia Francesa de la Lengua en 1955, nació el 5 de julio de 1889 en Maisons-Laffitte, cerca de París, Francia, y cuando tenía nueve años su padre se quitó la vida. Fue un niño consentido y con malos resultados en el colegio.
Fue justamente en esa etapa escolar que se enamoró de un compañero de colegio, llamado Pierre Dargelos, quien se vería posteriormente reencarnado en muchas de sus obras.
Posteriormente se trasladó a "La Ciudad Luz" y con 16 años se encontró con el actor Edouard de Max, quien tomó parte en su lanzamiento como poeta.
Siendo muy joven, publicó su primer volumen de poemas, titulado "La lámpara de Aladino", que rápidamente lo situó como un escritor importante.
En 1909 su vida tomó un nuevo giro, los ballets rusos se establecieron en París y Cocteau consiguió trabajar en ellos, gracias a la buena relación que mantenía con el empresario Sergeuei Diaguilev.
Combinó su talento con el del compositor Erik Satie, el coreógrafo Leonide Massine y el pintor español Pablo Picasso para crear un ballet llamado "Parade", al que los críticos calificaron de revolucionario, que se representó por primera vez en 1917.
Como una muestra más de su talento, en 1920 compuso "Le boeuf sur le toit", obra también para ballet, que contó con la música del compositor francés Darius Milhaud.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-18) trabajó en la Cruz Roja, en la que conducía ambulancias, y todas estas experiencias fueron contadas en su novela "Thomas el impostor", publicada en 1923.
Su relación con un aviador inspiró los poemas de su obra "The Cape of Good Hope" (1919), y en esa misma época conoció al escritor Guillaume Apollinaire, al pintor Amadeo Modigliani y a Raymond Radiguet, un joven poeta del que se enamoró.
Con Radiguet, de tan sólo 15 años, mantuvo una apasionada relación amorosa que pasaría como modelo para sus subsecuentes nexos.
En 1923, a los 20 años de edad, Radiguet murió de tifus y Cocteau incrementó su adicción al opio, lo que le obligó a pasar un periodo de recuperación en un sanatorio, experiencia que, al igual que otras, la describió en su libro "Opio" (1923).
Los críticos coinciden en que durante este tiempo escribió algunas de sus obras más importantes: "Orfeo" (1927) y "La máquina infernal" (1934), la novela "Los muchachos terribles" (1929) y su primera película, "La sangre de un poeta" (1930).
En sus películas se puede encontrar la introducción del surrealismo en el cine francés. Varias de ellas, especialmente "La bella y la bestia" (1945), "Orfeo" (1950) y "Los padres terribles" (1929), han llegado a ser consideradas clásicas del cine moderno.
Jean Cocteau murió en Milly-la-Foret, cerca de Fontainebleau, Francia, el 11 de octubre de 1963.

http://mx.news.yahoo.com/s/10102009/7/n-entertain-representan-obra-jean-cocoteau-padres.html

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