miércoles, 5 de enero de 2011

NOTA - ARTE LATINO -04/01/2010

Diario El Pais - 02/01/2011

Espectáculos

"Nos sentimos un grupo que está planteando una forma de decir"
Alberto Zimberg

El Galpón recibe en enero un espectáculo muy recomendable. "Los padres terribles", dirigido por Alberto Zimberg, ofrece un montaje divertido, lleno de sorpresas a nivel estético y de sobresaltos a nivel argumental. La obra, ganadora de tres premios Florencio en 2009 (Espectáculo, Dirección y Actriz de Reparto, para Carla Moscatelli) se podrá ver los sábados a las 21.30 horas y los domingos a las 20 horas, con entradas a $ 240. También dará una función en Punta del Este, en la Sala Cantegril, el viernes 28 de enero.

Carlos Reyes

- ¿A qué atribuye el éxito de "Los padres terribles"?
- Hay un tema muy fuerte, que es el de los vínculos familiares, que no deja ajeno a nadie. Pero sobre todo tiene que ver con el estilo: llevar ese tema hacia el extremo, buscando un teatro más vivo, más corporal. El desafío era trasladar un texto escrito hacia 1940, a esta época, a través de una estética más actual, más cercana al público de hoy. Creo que el estilo de actuación y los rubros técnicos conformaron un mismo concepto, potenciando un producto que llega por todos los sentidos. No solamente por el texto y las actuaciones, sino la escenografía, el vestuario, la música. Todo confluyó en una misma línea.
- ¿Cuáles encuentra que son los puntos en común con "Anhelo de corazón", otro de sus grandes montajes?
- En Anhelo... hablábamos también de una familia disfuncional, aunque más apuntado a la incomunicación, donde el punto clave estaba en el juego de desestructurar la dramaturgia lineal, tan común en las propuestas teatrales. También tiene puntos en común en lo corporal, y la búsqueda del estilo de actuación donde los lenguajes se funden. No hay uno más relevante que otro: es tan importante el lenguaje corporal como lo que se dice, o lo estético. Todos están a un mismo nivel, y eso hace que lo que se quiera transmitir se logre de un modo mucho más fuerte.
- Se puede decir que su teatro tiene elementos del kitsch...
- Sí, algunos lo han asociado a Almodóvar, o a Alex de la Iglesia, pero en mi caso lo que busco es subrayar donde hay que subrayar a nivel estético. En Los padres terribles eso remarca el humor que tenía la obra, más allá de que lo que hay por debajo es un drama, que también se ve potenciado. Más bien lo que hay es como una estética muy fuerte, directa, que lo que hace es potenciar el drama que sucede en escena.
- ¿El elenco se está convirtiendo en una compañía?
- A esta altura nos sentimos un grupo, basado en la confianza que lo que proponemos es lo que sentimos que todos queremos proponer. Hay determinados códigos que no es necesario explicar, y eso está bueno porque permite justamente ir a más, seguir creciendo juntos, aunque siempre uno está sumando otro integrante. No sólo por un tema de personajes, también para retroalimentar la sinergia del grupo. Nos sentimos un grupo que está planteando una forma de decir. Tampoco sé si va a durar, aunque ahora tenemos un proyecto nuevo, para junio: El rey se muere, prácticamente es el mismo equipo que Anhelo... y Los padres...
- ¿Por qué eligió ese título de Ionesco?
- Es un planteo muy interesante sobre el poder, con temas muy actuales, como la caída de las grandes potencias o dictadores, que piensan que nunca van a caer. Si bien hay mucho humor, hay muchas poesía, muchas filosofía. El desafío también es traerlo hacia nuestros días.
- ¿Qué problemas ve en el teatro uruguayo a nivel de gestión?
- El tema de las salas es uno. Si bien hay iniciativas muy interesantes del MEC, que permite sobre todo a los grupos llamados emergentes, poder mostrar su propuesta en alguna sala con los costos fijos salvados, las salas no son muchas. Quizá las instituciones siempre apuntan, obviamente, a los horarios centrales para sus propias propuestas, y a veces es muy difícil, por más que la propuesta que uno trae es muy buena, y uno vaya generando cierto lugar dentro del medio, tener salas incluidas dentro del circuito teatral y en un buen horario, que es importante tener para que la obra sea vista.
- O está la opción de los espacios no convencionales...
- Bueno, muchas veces de ahí surge lo de trasladarse a lugares no convencionales, que tiene ventajas y contras. Entre las contras está el tema de la infraestructura, y el de la difusión, el llevar al público hacia otro lado. Ese es otro camino: lo interesante es que sea otro camino a nivel conceptual, y no sea algo que uno deba hacer porque no tiene una sala. Si es un camino estético, bienvenido. Pero a veces se da que es la única opción.
- "Los padres terribles" estrenó en una sala para 40 personas y ahora estará en la mayor platea del país. ¿Qué supone eso a nivel del montaje?
- Eso lo hemos venido resolviendo, porque estuvimos en la Zavala Muniz, en Timbre 4, de Buenos Aires, en Memorial de San Pablo, que es para 800 personas. Lo hemos hecho bifrontal, trifrontal, de todas las maneras posibles. Si bien la idea inicial de la Sala El Bardo era muy interesante, porque el público se sentía adentro de una casa, cuando fue trasladada a espacios más amplios, no perdió, y ganó por otro lado. Ganó porque la puesta en escena se venía mucho más. Fueron desafíos que los fuimos resolviendo, también en el interior del país. Ahora es otro desafío, presentarnos en un sala emblemática. Para nosotros es un honor poder estar ahí.

Jean Cocteau en versión uruguaya
Infidelidad, celos enfermizos y confusión de identidades son algunos de los ingredientes de Los padres terribles, una mirada ácida que el genial dramaturgo francés Jean Cocteau (1889-1963) arrojó sobre una familia disfuncional. A partir de allí, Zimberg y su elenco (Roberto Bornes, Noelia Campo, Alicia Garateguy, Carla Moscatelli y Sergio Muñoz) proponen una puesta en escena ágil, llena de humor, que transita por diversos lenguajes teatrales, comunicando también el drama de fondo. Farsa feroz e hilarante, el montaje cuenta además con un vestuario lleno de guiños, creado por Paula Villalba, una curiosa escenografía (de Claudia Schiafino y Beatriz Martínez), un interesante juego de luces de Martín Blanchet y música original de Ojos del Cielo.


Las valijas de polonia
Alberto Zimberg reconoce que la base de su formación estuvo en la EMAD, cuando enseñaban Nelly Goitiño y Eduardo Schinca. Luego, al andar por el teatro independiente aprendió a generar sus propios proyectos. "En la EMAD que te preparaban con cierta individualidad, y el teatro independiente me enseñó que había que gestionar los proyectos, porque no siempre te iba a llamar un director. Esas fueron mis dos grandes escuelas". Más atrás en el tiempo, reconoce que el gusto que su padre le inculcó por el cine ha determinado sus producciones teatrales, entre otras cosas en el ritmo. "Mi padre era polaco: mi origen es más europeo. Creo que esas valijas que trajeron de Europa vinieron también cargadas de una visión, de una estética my particular, y creo que todo eso de niño me marcó muy fuerte".

El País Digital
http://www.elpais.com.uy/11/01/02/pespec_538805.asp

Nota revista SOCIO ESPECTACULAR - ENERO 2011







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